Post by Pesadilla on Nov 27, 2021 0:11:36 GMT
El Averno del Cazador
En el corazón de La Pesadilla, se encuentra esta isleta maldecida por un Viejo Dios que en algún momento, entre las perdidas nociones de los mortales, abortó su progenie en sus costas y murió devorado por estas. En esta tierra rodeada de océanos carmesíes y podredumbre de cadáveres y huesos, el hedor a sangre es permanente y embriagante, tornando a la locura a cualquier hombre o bestia que ha terminado atrapado en aquel lugar.
Sobre los mares se encuentran suspendidos los cuerpos de Cazadores que, en un pobre intento de escapar la sed que los carcome, decidieron ahogarse en las turbias aguas rojas. Nadie sabe que ha de ser de la consciencia de estos Cazadores mas el hecho de que sus cuerpos siguen aún vivos aunque catatónicos, adornando a kilómetros a la redonda el área.
Las edificaciones son templos e iglesias, algunas destruidas, otras impecables, y otras extensamente profanadas por aquellos que se han entregado a vivir abrazando su demencia. Lo particular de esta arquitectura es que la vasta mayoría se conforma de torres que parecen crecer infinitas hacia un eclipse cegador en el cielo. A las faldas de las torres y en cercanía de las costas se extiende pueblos modestos y degenerados, que aunque parezcan fantasma o abandonados, encierran sorpresas macabras y tenebrosas.
Desaventurados sean aquellos Cazadores quienes su codicia los atrae a estos terrenos, pues el camino de vuelta se diluye de su cordura y una sed irreparable por muerte los posee, convirtiéndose en un reo más de aquella prisión sin salida. Condenados a matar una y otra vez, sin retorno al Sueño, sin una muerte permanente.
Se dice que las bestias en este lugar guardan la llave a la Marca del Cazador, al Ascenso y al descanso eterno. No obstante, son rumores con un precio bastante alto, ya que a sí mismo, El Averno del Cazador sirve de cárcel para exiliar a los Cazadores que decidieron ir en contra de La Trinidad y atentar contra el orden de El Amanecer. Basta simplemente con poner pie en dicha isleta y morir, para darte cuenta que no hay manera de escapar por donde viniste.
Sobre los mares se encuentran suspendidos los cuerpos de Cazadores que, en un pobre intento de escapar la sed que los carcome, decidieron ahogarse en las turbias aguas rojas. Nadie sabe que ha de ser de la consciencia de estos Cazadores mas el hecho de que sus cuerpos siguen aún vivos aunque catatónicos, adornando a kilómetros a la redonda el área.
Las edificaciones son templos e iglesias, algunas destruidas, otras impecables, y otras extensamente profanadas por aquellos que se han entregado a vivir abrazando su demencia. Lo particular de esta arquitectura es que la vasta mayoría se conforma de torres que parecen crecer infinitas hacia un eclipse cegador en el cielo. A las faldas de las torres y en cercanía de las costas se extiende pueblos modestos y degenerados, que aunque parezcan fantasma o abandonados, encierran sorpresas macabras y tenebrosas.
Desaventurados sean aquellos Cazadores quienes su codicia los atrae a estos terrenos, pues el camino de vuelta se diluye de su cordura y una sed irreparable por muerte los posee, convirtiéndose en un reo más de aquella prisión sin salida. Condenados a matar una y otra vez, sin retorno al Sueño, sin una muerte permanente.
Se dice que las bestias en este lugar guardan la llave a la Marca del Cazador, al Ascenso y al descanso eterno. No obstante, son rumores con un precio bastante alto, ya que a sí mismo, El Averno del Cazador sirve de cárcel para exiliar a los Cazadores que decidieron ir en contra de La Trinidad y atentar contra el orden de El Amanecer. Basta simplemente con poner pie en dicha isleta y morir, para darte cuenta que no hay manera de escapar por donde viniste.